Más tarde recurrió a Pilar Ternera con la esperanza de que las barajas vieran más que los cavadores, pero ella empezó por explicarle que era inútil cualquier tentativa mientras no fuera Úrsula quien cortara el naipe. confirmó en cambio la existencia del tesoro, con la precisión de que eran siete mil doscientas catorce monedas enterradas en tres sacos de lona con jaretas de alambre de cobre, dentro de un círculo con un radio de ciento veintidós metros, tomando como centro la cama de Úrsula, pero advirtió que no sería encontrado antes de que acabara de llover y los soles de tres junios consecutivos convirtieran en polvo los barrizales.
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