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viernes, 3 de septiembre de 2010

Aureliano Segundo y Melquíades

(Aureliano Segundo) Prefería la casa. A los doce años le preguntó a Úrsula qué había en el cuarto clausurado. "Papeles", le contestó ella. "Son los libros de Melquíades y las cosas raras que escribía en sus últimos años."
...
Un mediodía ardiente, mientras escrutaba los manuscritos, sintió que no estaba sólo en el cuarto. Contra la reverberación de la ventana, sentado con las manos en las rodillas, estaba Melquíades. No tenía más de cuarenta años. Llevaba el mismo chaleco anacrónico y el sombrero de alas de cuervo, y por sus sienes pálidas chorreaba la grasa del cabello derretida por el calor, como lo vieron Aureliano y José Arcadio cuando eran niños. Aureliano Segundo lo reconoció de inmediato, porque aquel recuerdo hereditario se había transmitido de generación en generación, y había llegado a él desde la memoria de su abuelo.
   -Salud -dijo Aureliano Segundo.
   -Salud, joven -dijo Melquíades.

sábado, 3 de julio de 2010

Muerte de Melquíades

Ese día se metió en el agua por un mal camino y no lo encontraron hasta la mañana siguiente, varios kilómetros más abajo, varado en un recodo luminoso y con un gallinazo solitario parado en el vientre. Contra las escandalizadas protestas de Úrsula, que lo lloró con más dolor que a su propio padre, José Arcadio Buendía se opuso a que lo enterraran. "Es inmortal -dijo- y él mismo reveló la fórmula de la resurección." Revivió el olvidado atanor y puso a hervir un caldero de mercurio junto al cadáver que poco a poco se iba llenando de burbujas azules.
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Fue el primer entierro y el más concurrido que se vio en el pueblo, superado apenas un siglo después por el carnaval funerario de la Mamá Grande. Lo sepultaron en un tumba erigida en el centro del terreno que destinaron para el cementerio, con una lápida donde quedó escrito lo único que se supo de él: MELQUÍADES.

(p84)

Años después

Años después, frente al pelotón de fusilamiento, Arcadio había de acordarse del temblor con que Melquíades le hizo escuchar varias páginas de su escritura impenetrable, que por supuesto no entendió, pero que al ser leídas en voz alta parecían encíclicas cantadas.

domingo, 20 de junio de 2010

Regreso de Melquíades

Mientras Macondo celebraba la reconquista de los recuerdos, José Arcadio Buendía y Melquíades le sacudieron el polvo a su vieja amistad. El gitano iba dispuesto a quedarse en el pueblo. Había estado en la muerte, en efecto, pero había regresado porque no pudo soportar la soledad. Repudiado por su tribu, desprovisto de toda facultad sobrenatural como castigo por su fidelidad a la vida, decidió refugiarse en aquél rincón del mundo todavía no descubierto por la muerte, dedicado a la explotación de un laboratorio de daguerrotipia.

(p59)

martes, 25 de mayo de 2010

Melquíades era un hombre honrado

Melquíades, que era un hombre honrado, le previno: "Para eso no sirve."

Primero llevaron el imán

Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquíades, hizo una demostración de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia.