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domingo, 12 de diciembre de 2010

Presagio

Santa Sofía de la Piedad tuvo la certeza de que la encontraría muerta de un momento a otro, porque observaba por esos días un cierto aturdimiento de la naturaleza: que las rosas olían a quenopodio, que se le cayó una totuma de garbanzos y los granos quedaron en el suelo en un orden geométrico perfecto y en forma de estrella de mar, y que una noche vio pasar por el cielo una fila de luminosos discos anaranjados.

sábado, 10 de julio de 2010

Otra vez encinta

"Eres la vergüenza de nuestro apellido", le gritó un domingo después de misa, cuando lo vio en la casa nueva jugando barajas con sus oficiales. Sólo entonces supo Úrsula que tenía una hija de seis meses, y que Santa Sofía de la Piedad, con quien vivía sin casarse, estaba otra vez encinta.

Santa Sofía de la Piedad

(Arcadio) Entonces comprendió que no era la mujer que esperaba, porque no olía a humo sino a brillantina de florecitas, y tenía los senos inflados y ciegos con pezones de hombre y el sexo pétreo y redondo como una nuez, y la ternura caótica de la inexperiencia exaltada. Era virgen y tenía el nombre inverosímil de Santa Sofía de la Piedad.

(p126)