viernes, 3 de septiembre de 2010

La restauración de la casa

El coronel Aureliano Buendía abandonó el cuarto en diciembre, y le bastó con echar una mirada al corredor para no volver a pensar en la guerra. Con una vitalidad que parecía imposible a sus años, Úrsula había vuelto a rejuvenecer la casa. "Ahora van a ver quién soy yo", dijo cuando supo que su hijo viviría. "No habrá una casa mejor, ni más abierta a todo el mundo, que esta casa de locos." La hizo lavar y pintar, cambió los muebles, restauró el jardín y sembró flores nuevas, y abrió puertas y ventanas para que entrara hasta los dormitorios la deslumbrante claridad del verano. Decretó el término de los numerosos lutos superpuestos, y ella misma cambió los viejos trajes rigurosos por ropas juveniles. La música de la pianola volvió a sonar en la casa.

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