sábado, 9 de octubre de 2010

Episodio sangriento

Las descargas de fusilería ahogaron el esplendor de los fuegos artificiales, y los gritos de terror anularon la música, y el júbilo fue aniquilado por el pánico. Muchos años después seguiría afirmándose que la guardia real de la soberana intrusa era un escuadrón del ejército regular que debajo de sus ricas chilabas escondían fusiles de reglamento. El gobierno rechazó el cargo en un bando extraordinario y prometió una investigación terminante del episodio sangriento. Pero la verdad no se esclareció nunca, y prevaleció para siempre la versión de que la guardia real, sin provocación de ninguna índole, tomó posiciones de combate a una seña de su comandante y disparó sin piedad contra la muchedumbre. Cuando se restableció la calma, no quedaba en el pueblo uno solo de los falsos beduinos, y quedaron tendidos en la plaza, entre muertos y heridos, nueve payasos, cuatro colombinas, diecisiete reyes de barajas, un diablo, tres músicos, dos Pares de Francia y tres emperatrices japonesas.

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