La casa se llenó de amor.
Aureliano lo expresó en versos que no tenían ni principio ni fin.
...
Rebeca esperaba el amor a las cuatro de la tarde bordando junto a la ventana...Loca de desesperación, Rebeca se levantó a media noche y comió puñados de tierra en el jardín, con una avidez suicida, llorando de dolor y de furia, masticando lombrices tiernas y astillándose las muelas con huesos de caracoles. Vomitó hasta el amanecer. Se hundió en un estado de postración febril, perdió la consiencia, y su corazón se abrió en un delirio sin pudor.
...
Aureliano fue el único capaz de comprender tanta desolación...
Había descubierto que mientras más bebía más se acordaba de Remedios, pero soportaba mejor la tortura de su recuerdo.
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Al descubrir la pasión de Rebeca, que no fue posible mantener en secreto a causa de sus gritos, Amaranta sufrió un acceso de calenturas. También ella padecía la espina de un amor solitario. Encerrada en el baño se desahogaba escribiendo cartas febriles que se conformaba con esconder en el fondo del baúl.
(p76,p77, p79)
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